
En nuestra carpintería de aluminio en Tenerife sur nos gusta estar al tanto de todo lo que tenga que ver con el material que trabajamos. Así, el post de hoy lo dedicaremos a aprender un poco más sobre la aplicación de este metal en la construcción.
Cabe destacar en primer lugar que, si bien su implementación en los diferentes ámbitos industriales es muy reciente. Tenemos que remontarnos al año 1809, cuando el químico británico Humphrey Davy obtiene por primera vez una aleación de hierro con aluminio. Quince años después, Hans Christian Oersted logra aislar los primeros glóbulos de aluminio y a los tres años, en 1827, Friedrich Wöhler obtiene polvo de aluminio. En 1886 la electrólisis de alúmina disuelta en criolita es descubierta por Martin Hall y Paul Héroult; tres años más tarde Karl Bayer obtiene alúmina mediante un proceso con bauxita y sosa caústica.
Así pues, la evolución de su producción en masa ha seguido un índice prácticamente exponencial. En 1859, aproximadamente tres décadas después de la invención por parte de Oersted de la amalgama de potasio y cloruro de aluminio, la producción de este material no era mayor a unos pocos kilos; hace 6 años las cifras rondaban los 25 millones de toneladas. Así, para hacernos una idea de su resistencia a las inclemencias del tiempo —una de las cualidades que lo hicieron popular—, basta con saber que alrededor del 75% del aluminio aislado desde el principio de su obtención sigue siendo utilizado. De hecho, en muchos de los trabajos realizados en la carpintería de aluminio en Tenerife sur hemos tenido la oportunidad de reciclar aluminios fabricados incluso en los años 50.
Por último, como dato curioso, en la Exposición Universal de París de 1855 varios lingotes de aluminio fueron mostrados junto a las joyas de la corona francesa. ¿Se hubieran imaginado que en Aluminios Conruy lo íbamos a utilizar para fabricar puertas y ventanas?